A las tres de la tarde, nace un nuevo Estado: Kosovo. Lo hace con el favor de Estados Unidos y la Unión Europea, sus principales patrocinadores, y la oposición total de Rusia y Serbia. Esta última se siente injustamente amputada de un territorio que considera la cuna de su identidad nacional y, junto con Rusia, entiende totalmente ilegal la secesión. Kosovo deberá adoptar las leyes necesarias para aplicar el plan del enviado especial de la ONU, el finlandés Marti Ahtisaari, sobre el que se ha logrado el consenso interno en la UE y en él se hace hincapié especial en la protección de las minorías, sobre todo de los serbios.
(Hace 16 años)