Tras invadir Escocia el Rey Eduardo I de Inglaterra, en un intento por despojar a esta nación de sus símbolos básicos de identidad, saquea la Abadía de Scone y se apropia de la Piedra del Destino (empleada en las ceremonias de coronación de los reyes escoceses) como botín de guerra, instalándola en la Abadía de Westminster para su uso durante las ceremonias de coronación. El príncipe de Gales y su hermano, el duque de York, la devolverán en 1996, a iniciativa del gobierno de John Major. (Hace 728 años)