Al norte de Roma, a orillas del Allia afluente del Tíber, el ejército celta mandado por el caudillo Brenno, aniquila a los romanos. Al enterarse de la derrota, en Roma cundirá el pánico y la gente huirá abandonando la ciudad. Roma será saqueada y los pocos habitantes que en ella se encuentren serán asesinados. Después de siete meses en la ciudad, las huestes celtas decidirán ofrecer un rescate a los romanos por Roma. Tras el pago del rescate, el caudillo Brennos se marchará con sus tropas al grito de: "Vae Victis" (¡Ay de los vencidos!). (Hace 2411 años)